Tlazoltéotl: la diosa de la inmundicia y el placer sexual

27 octubre, 2020 4 mins de lectura
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En todas la épocas y en todas las culturas, el sexo y las pasiones carnales han sido parte esencial de la cosmovisión de los pueblos y, por lo tanto, la mayoría de las veces esto se ve reflejado en sus deidades: en prácticamente todas las culturas originarias politeístas hay un lugar importante entre sus dioses para el amor, la lujuria y la pasión; no fue hasta la llegada del cristianismo que estos temas empezaron a volverse tabú.

Ya te hemos hablado alguna vez sobre Afrodita, la diosa griega del amor, la belleza y el deseo sexual; entre los egipcios, se veneraba a Qadesh, una diosa de origen sirio relacionada con el éxtasis sagrado y el placer sexual; y entre los hindúes (por mencionar solo algunos ejemplos) está Rati, la diosa del deseo carnal y la lujuria, contraparte del dios del amor, Kamadeva, una especie de Cupido que va sobre un perico. 

Kamadeva y Rati

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Pero el día de hoy te hablaremos de una diosa muy especial, no solo porque pertenece a nuestra cultura originaria más cercana, la náhuatl, sino también porque, como lo verás, tiene características únicas que la separan del resto de diosas de otras culturas. Se trata de Tlazoltéotl, también conocida como Ixcuina, quien, como todos los dioses del panteón nahua tiene diferentes asociaciones y significados dependiendo del contexto.

El nombre de esta diosa de probable origen huasteco, es relevante pues nos muestra un aspecto importante de la visión del mundo de estas culturas. “Tlacolli” significa “basura o inmundicia, cosa que se tira al muladar”, y “teotl” significa “deidad”, por lo que su nombre significa literalmente “deidad de la basura o la inmundicia”. Sabemos que hasta aquí quizá te estés preguntando qué tiene que ver esto con la pasión y el sexo; a eso vamos.

Tlazoltéotl

El significado de “inmundicia” o “suciedad” abarca, en este caso, un doble aspecto: el material y el moral; es decir, se refiere tanto a aquello que ensucia físicamente como a aquello que ensucia moralmente; en este sentido, la suciedad se va interpretando como algo pecaminoso, en particular relacionado a la sexualidad. Fue así como Tlazoltéotl se fue convirtiendo en diosa de lo pecaminoso, de la lujuria, de la pasión desbordada y, al mismo tiempo, de la purificación de tales pecados.

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Se consideraba una diosa cuatripartita, o sea, compuesta por cuatro hermanas de distintas edades. Cada una tenía características particulares pero, en general, todas provocaban el apetito carnal desenfrenado y el deseo licencioso. Pero así como lo proporcionaban, también eran capaces de retirarlo o de encaminarlo hacia el adulterio, una transgresión muy grave que se castigaba cortando la nariz de quien la cometía.

Ixcuina

Ahora bien, además de su capacidad de otorgar o arrebatar el deseo y la pasión, también era venerada por otro motivo: Tlazoltéotl o Ixcuina también era considerada la “comedora de los pecados o las cosas sucias”, es decir, que cuando los hombres y mujeres le confesaban sus pecados, ella “se los comía”, con lo cual quedaban purificados. Esta es la naturaleza dual de la diosa: como da, quita; como provoca, perdona. 

También asociada con los partos y considerada patrona de los recién nacidos (recordemos que los dioses tenían muchas asignaciones), esta diosa multifacética suele representarse con un tocado que incluye un sombrero cónico y bandas de algodón tejido; asimismo puede encontrarse en cuclillas con un niño saliendo de su sexo y suelen predominar en ella los colores rojo y negro.

¡Dale sentido a tus sentidos!

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