La historia del enorme pene de Fernando VII

6 julio, 2020 4 mins de lectura
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La historia puede ser maravillosa y divertida, claro, depende mucho de cómo nos la cuenten, y eso lo debe de tener muy claro @laralopez_16, una twittera historiadora que se dedica a subir hilos de episodios históricos contados de forma amena y divertida (guiño para esos maestros de historia que no hacen más que dictar fechas). Y hace poco se volvió viral al contar la historia del pene más famoso de España: el del rey Fernando VII. 

Fernando VII fue rey de España de 1814 a 1833 y se le conoció como “El deseado” haciendo alusión únicamente al enorme pene que lo caracterizaba, pues al parecer en todos los otros aspectos no era nada agraciado: en los retratos y descripciones que de él existen se ve a un hombre obeso, con prognatismo maxilar, francamente feo y enfermo. Y, aunque no lo parezca, sus enormes genitales tampoco fueron algo positivo en su vida. 

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La desgracia de un pene gigantesco

Fernando VII pene

Resulta que en realidad Fernando VII sufría de macrosomía genital, una enfermedad caracterizada por que el miembro tiene dimensiones muy superiores a la media; su pene podía alcanzar 30 centímetros sin problema. Y no, no era un sueño hecho realidad. En contra de lo que hace creer el porno, un pene tan grande le causó muchos problemas a él y a sus esposas.

El problema es que su pene no solo era descomunal, sino que tenía características de deformidad. El escritor francés Prosper Mérimée, quien al parecer lo había observado con sus propios ojos, lo describió como “fino como una barra de lacre en la base, y tan gordo como un puño en su extremidad; además, tan largo como un taco de billar”. ¿Lo peor de todo? Al parecer el pobre Fernando padecía, además, de impotencia sexual.

El suplicio para sus esposas

Fernando VII esposas

Su primera esposa, María Antonia de Nápoles, le contó a su madre que tardaron casi un año en consumar el matrimonio debido a que prácticamente nunca lograba erecciones firmes y, cuando lo hacía, era muy difícil y doloroso concretar el coito por el tamaño del miembro. El punto es que no logró descendencia con ninguna de sus tres primeras esposas ya fuera por abortos o porque simplemente no lograban mantener relaciones sexuales. 

Como ninguna esposa soportaba tremenda enormidad, los médicos de la corte idearon un artefacto para ayudarlo con el problema. Se trataba de una especie de almohada redonda gruesa y con un hueco en el centro; el rey debía meter su pene en el hueco antes de penetrar a su esposa para que la almohada fungiera como “tope” y así el pene no golpeara la pared uterina de la mujer en turno y no la lastimara tanto. 

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Fernando VII almohada

Según cuentan, la almohada no sirvió de mucho con las tres primeras mujeres, pero la cuarta, María Cristina de las Dos Sicilias (quien, por cierto, era su sobrina), accedió a utilizarla y finalmente quedó embarazada. Pero, ¡oh nueva desgracia para el rey: fue niña! Por lo tanto, al morir, el trono se disputó entre su hija Isabel y su hermano Carlos y quienes lo apoyaban, fieles a una ley que impedía que una mujer heredara el trono. 

Final con broche de oro 

La twittera @laralopez_16 concluye de una forma tan genial y humorística que no podemos más que citarla textualmente para cerrar esta historia: “Así que el reinado de Isabel II, las Guerras Carlistas y el problema foral nacionalista español se remonta a un pene enorme que no hubo donde meterlo ni heredero varón alguno que saliese de ahí. Conclusión: no la tengáis grande. El tamaño puede dar la felicidad pero tal vez tu hermano un día querrá quitarte un reinado estableciendo una dinastía tradicionalista y feudal como fruto de tu polla. Eso no está bien.”

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