SIDA y discapacidad: el problema del rechazo social

27 noviembre, 2016 3 mins de lectura
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Mucho se habla en esta época de igualdad y tolerancia; y está muy bien, no decimos que no, pero hoy hablaremos de dos conceptos que quizá sean más atinados, más precisos: equidad e inclusión. Nos parece importante tocar el tema, pues se avecinan dos días importantísimos en este sentido: el 1 de diciembre se celebra el Día Mundial de la Lucha contra el SIDA y el 3 se conmemora el Día Internacional de las Personas con Discapacidad.

La imagen de abajo ilustra claramente por qué debemos preferir la equidad a la igualdad: no todos somos iguales, por lo tanto, no todos funcionamos adecuadamente con los mismos recursos que otros. Algo parecido sucede con las otras dos palabras: podemos tolerar a alguien pero excluirlo de nuestro círculo social o familiar, el clásico “yo tolero a los homosexuales, pero que no se junten con mis hijos”.

La equidad en México

Apliquemos esto a nuestros temas de la semana: imagina que les pedimos a tres personas que completen una carrera en auto; las tres personas empiezan la carrera en el mismo lugar y tienen la misma meta, también tienen exactamente el mismo modelo de auto, pero a una de ellas le falta un brazo: las condiciones externas son de igualdad, sí, pero no hay equidad en absoluto. Esto les ocurre a las personas con discapacidad todos los días, desde para ir al baño, hasta para conseguir trabajo.

Por su parte, también las personas con VIH se enfrentan continuamente al problema de la exclusión. Como ya se sabe perfectamente que el SIDA no se contagia por la convivencia, muchas personas desarrollan una tolerancia forzada (“puedo convivir con él/ella si es necesario”), pero cuando realmente se trata de incluirlos por completo en la sociedad, se les rechaza, se les niegan trabajos, relaciones y servicios de todo tipo.

No necesitamos ser expertos en derechos humanos para comprender estas nociones. Equidad: ofrecer las condiciones necesarias dependiendo de las capacidades de cada quien. Inclusión: promover la participación de todos – sin distinción – en todas las actividades sociales que les sean posibles. Ahora, el mayor reto es aplicar estos conceptos en nuestra vida diaria, es lo único que nos hará mejores como seres humanos y como sociedad.

Que la celebración de estos dos días internacionales nos sirva de pretexto para ejercer la equidad y la inclusión, no solo el 1 y el 3 de diciembre, sino cada día, en cada momento. 

¡Hazte Kinky! 

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