De opiniones y lentejuelas

4 septiembre, 2016 3 mins de lectura
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Como seguramente todos nuestros lectores saben, esta semana murió un ícono de la música mexicana: Juan Gabriel. Como también la mayoría sabe, con motivo de su fallecimiento, el comunicador y escritor Nicolás Alvarado publicó un artículo de opinión que, en medio de la vorágine “juangabrielista”, provocó reacciones pasionales que oscilaron entre la burla y la furia total.

Ante las opiniones expresadas por Alvarado, se imponen dos perspectivas y dos lados de la moneda: por un lado, están quienes defienden la libertad de expresión del escritor y, por otro, quienes condenan enérgicamente la forma en que manifestó su opinión sobre el cantautor. Al final, sea cual sea la postura de cada quien, hay dos temas esenciales que se ponen sobre la mesa: la libertad y el respeto.

¿La libertad debe ser absoluta o tiene límites? ¿Deberíamos poder expresar nuestra opinión sin censura en cualquier medio? ¿Dar un juicio negativo sobre alguien significa faltarle al respeto? Estas son sólo algunas de las preguntas que surgen como reacción al artículo de Alvarado. Y las respuestas no carecen de dificultad; de hecho, son tan complejas como la misma naturaleza humana.

Si bien Let’s Kinky no es un portal de opinión o análisis político, sí consideramos necesario pronunciarnos al respecto. Para nosotros, la libertad en cualquiera de sus manifestaciones – sexual, de expresión, de credo – sí tiene un límite; ¿cuál? El del respeto al otro. Mi libertad se acaba en el momento en que ésta puede causar un daño u ofensa a otra persona; esa es nuestra regla de vida y aplica tanto para la sexualidad como para cualquier tema o ámbito humano.

En este sentido, quizá sí hubo algunas reacciones desproporcionadas (e incluso irrespetuosas) por parte del público; pero en el señor Alvarado debió haber cabido la prudencia y, en vez de eso, le faltó habilidad e inteligencia para expresar su punto de vista de forma objetiva y respetuosa, sin usar palabras como joto y naco que, en nuestro país, tienen connotaciones sumamente despectivas. Quizá de haber cuidado su lenguaje hubiera causado desacuerdos, pero no rabia e indignación.

En síntesis, Let’s Kinky se pronuncia hoy – y lo hará siempre – a favor de una libertad que siempre vaya de la mano del respeto. En este sitio promovemos la libertad en todos los sentidos, pero nunca nos cansaremos de decir: la libertad termina en el momento en que se pierde el respeto. Vivir Kinky es vivir bajo esa consigna cada día de nuestra vida, por eso te invitamos: ¡vive Kinky!

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