¡No queremos tolerancia, queremos respeto!

19 junio, 2016 3 mins de lectura
Compartir

Ante la enorme diversidad de preferencias emocionales y sexuales que existe, en Let’s Kinky no pedimos tolerancia, lo que reclamamos es respeto. Desafortunadamente, el respeto es algo complicado y, aunque su definición no es difícil de entender, existen factores psicológicos, religiosos y sociales que entorpecen su práctica sincera.

Pero, ¿por qué no queremos tolerancia? Inevitablemente, en esta palabra se filtra una connotación de superioridad por parte del que habla; es decir, “tolerar” algo implica que eso nos resulta molesto o desagradable, pero como nos asumimos moralmente superiores a ese algo – gran engaño –, entonces somos capaces de “tolerarlo”: “me molestan los niños, pero si tengo que convivir con ellos, los tolero” (entiéndase: ellos sólo son niños y a mí, adulto superior, me toca aguantarlos).

En este sentido, la tolerancia es algo forzado, impuesto, algo que ponemos en práctica por “educación” o “cortesía” y no por respeto genuino hacia el otro; y cuando actuamos sin convicción, basándonos en la premisa de “aguantar” o “soportar” lo que es diferente a nosotros, entonces NO estamos respetando, pues el respeto verdadero nace del amor y no juzga.

Ahora bien, no nos confundamos, cuando decimos que el respeto nace del amor no queremos decir que para respetar, por ejemplo, a una persona homosexual tienes que amarla concretamente; nos referimos a un amor más grande y abstracto, el amor por la vida y por todo aquello que esté vivo. De ese amor verdadero nace inmediatamente el respeto y cuando el respeto es puro no caben los juicios.

Desde esta perspectiva, habría que cuestionarnos seriamente la forma en que nos expresamos cotidianamente. Es muy común escuchar (o decir) frases alusivas a la comunidad LGBT que se jactan de transmitir mensajes de respeto, como: “Yo respeto sus prácticas, pero que no se metan conmigo o mi familia” (como si alguien pudiera “meterse” con uno si uno no quiere) o “yo respeto sus gustos, pero de lejitos” (como si fuese algo contagioso). El lenguaje revela nuestro pensamiento verdadero y el respeto auténtico y profundo no admite “peros”.

“Vive y deja vivir”. Hagamos de esta frase nuestro lema de vida; lo que implica parece complejo, pero es en realidad muy sencillo: haz lo que amas y vive tu vida al máximo, no afectes deliberadamente a nadie en el camino; permíteles a los demás hacer lo mismo. Ama la vida por el simple hecho de ser vida, el respeto surgirá como consecuencia natural. Recordemos que el sabio no presume de su sabiduría, así como el que respeta no tiene necesidad de confirmarlo ante los demás.

¡Ama, respeta y hazte Kinky!

Podría interesarte leer: De Opiniones y Lentejuelas