¿Desayuno en Tiffany’s? ¡Ya es una realidad!

10 noviembre, 2017 3 mins de lectura
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¿Recuerdas la novela Breakfast at Tiffany’s, del periodista y escritor estadounidense Truman Capote? En ella se narra la historia de una mujer exuberante que se relaciona con hombres de buena posición económica para poder comprar todo lo que le gusta y mantener una vida llena de lujos para ella y su gato. La versión moderna de eso podría ser lo que vemos con los Sugar Daddy. Bueno, en la novela, el personaje principal se describe así, pero en la versión cinematográfica, Audrey Hepburn le quitó toda la carga sexualizada al personaje y eso ayudó a que muchas mujeres se identifiquen con el personaje, pues se percibió como una chica enamoradiza y de alma libre.

Como es sabido, una de las aficiones de Holly Golightly era desayunar frente al escaparate de la tienda Tiffany’s. Y seguramente en algún momento pensaste “yo quisiera desayunar dentro de la tienda”. Bueno, pues tu deseo se ha hecho realidad y ahora debes alistar maletas para viajar a Nueva York lo antes posible porque Tiffany & Co. Inauguró un Blue Box Café dentro de la tienda, en el cuarto piso del edificio, para ser muy específicos.

Desayuno en Tiffany's

Con esto, puedes disfrutar el desayuno en un lugar bastante íntimo y muy elegante gracias a su decoración en color turquesa, característico de la marca y, para darle un toque muy Kinky, la vista que tienes justo enfrente es la del Central Park. Este proyecto es el primero de este tipo de Reed Krakoff, director creativo de la firma, quien afirma que el lugar también es espacio perfecto para mostrar obras y más objetos elegantes, entre los que destacan raquetas de ping pong hechas en piel o los ya muy conocidos vasos de cafetería en versión porcelana. 

Si te interesa comer algo rápido, puedes pedir una taza de café americano acompañada por un pan por tan solo 29 dólares, aunque puedes añadir algún otro complemento para que se trate de un desayuno completo. 

Así que ya lo sabes, si quieres ser como Holly Golightly, un alma libre que ni siquiera otorgó un nombre a su gato porque no se sentía dueña de nada y no se preocupaba demasiado por lo que le tuviera preparado el destino, no tienes más que ir a la tienda y sentarte a tomar un café y un croissant con toda calma en las instalaciones. Quién sabe, tal vez ahí puedas alcanzar la plenitud.

¡Hazte Kinky!

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