Piel y tinta (parte 4), por Regina Favela

2 julio, 2020 4 mins de lectura
Compartir

Antes de leer Piel y tinta (parte 4), no te pierdas Piel y tinta (parte 1), Piel y tinta (parte 2) y Piel y tinta (parte 3).

Pasó el resto de la noche preguntándose quién había sido la mujer que lo visitó en su estudio sin dejar de apartar la mirada de Mia y de su cita. Mia parecía pasársela mejor que antes, pues ya había liberado esa energía sexual que tenía dentro. Recibió otro mensaje del barman, Matías, pidiéndole que se vieran una vez más, que quería hablar con ella. Ignoró el mensaje y siguió platicando con el hombre que tenía enfrente.  

Pasaron un par de horas más y pidieron la cuenta. Al salir, su cita, Antonio, notó que Mia le hacía un gesto de despedida a Matías, y le preguntó si no se quería despedir bien de él. Un poco apenada de que se diera cuenta que se conocían se acercó a la barra y le pidió que la esperara, que si los podía acompañar mientras caminaban a su casa. Los dos aceptaron y lo esperaron solo unos minutos. Salieron y Mia los presentó, aunque realmente ambos eran unos desconocidos para ella, pues a Matías solo había visto tres veces en su vida y no compartieron más que los sabores del otro; a Antonio lo acababa de conocer en casa de su mejor amiga. Mia sentía una tensión entre ambos, pero jamás se imaginaría lo que estaba por venir. Los dos estaban tan interesados en su plática que no quiso cortarlos en cuanto llegaron a su casa, así que les invitó un último trago. 

Ninguno de los dos había estado en su casa y observaron absolutamente todo: las velas, los cuadros, las plantas, todo sumaba al misterio que era Mia. Matías se fijaba en la posibilidad de que tuviera una hermana viviendo con ella y que fuera quien lo visitó en su estudio aquella noche, pero todo parecía indicar que ella vivía ahí sola. Abrió una botella de vino y los invitó a sentarse en la sala. Mia se sentó con Antonio en un sillón y él le comenzó a hacer cariños en el cuello mientras platicaban. 

MFM-Trio

Matías se puso un poco celoso de ver cómo Mia aceptaba las caricias de Antonio, así que se sentó junto a ella y la miró a los ojos. Antonio sabía lo que habían hecho en el callejón y podía sentir la tensión entre Mia y Matías, por lo que le divertía ver cómo disfrutaba Mia frente a él. Ella sabía perfectamente qué estaba pasando esa noche en ese sillón, notaba las ganas de ambos de estar con ella, así que con un ligero gesto les dio el sí a los dos. 

Mia volteó a ver a Antonio y él la tomó del cuello para acercarla a sus labios y besarla, Matías podía ver que sus lenguas se rozaban y tocaban. Al separarse tuvo que limpiarse un poco la saliva que le había dejado. Pero fue inútil, pues Matías la besó todavía más intensamente. Ella no quería ir a su recámara tan pronto, quería jugar con ellos un rato antes de llevarse a ambos a la cama. Dejó que la tocaran y le bajaran los tirantes para jugar con sus pechos desnudos. Matías se había olvidado de los detalles que faltaban, pues él estaba ahí para complacerla a ella, toda su atención estaba en el placer de ella y de nadie más. Antonio, mientras Matías la besaba y jugaba con sus pezones, se puso de rodillas frente a ella y abrió ligeramente sus piernas. Ella las abrió todavía más, aprobando lo que Antonio quisiera hacerle. 

Antes de que Antonio pudiera hacer lo que tenía planeado, sonó el timbre de la puerta, dejando a todos con la sangre hirviendo. Mia se tomó unos minutos para regresar de ese estado de frenesí para ver quién estaba en la puerta. 

Continuará…

Te podría gustar también: Noche de amigas, por GZ