Dos poemas eróticos de Elsa Cross

14 noviembre, 2019 2 mins de lectura
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Tus formas se graban en el monte…

Para Verónica Volkow

Tus formas se graban en el monte,

en los bordes húmedos de la piedra

-cavidades como axilas.

Tus formas se pegan a mis huesos.

Dejo de existir,

sólo tú quedas

como jade en estas faldas.

Cuánto de ti estalla en cada hoja,

reverbera en la distancia

donde tu luz devora todo brillo.

(¿Estoy en tu abismo

o lo rodeo ?)

Renazco en la sombra del laurel,

en la celda de un templo circular

si sostienes

con un pie gigantesco

el firmamento.

Tus formas como un vértigo

me absorben,

me disuelven.

Dejan en mis labios briznas de anís.

Y en el fondo del risco

árboles como dioses,

sabinos rojos.

Aparece tu rostro…

Aparece tu rostro.

Se hunde en leche,

como el Cordero bienhallado

en los Misterios.

El fuego se acerca sin tocarnos.

El azul es más intenso

que la ebriedad creciendo hacia las islas.

Tembloroso,

como detrás de humo, 

aparece tu rostro.

El caracol mezcla el mar

al propio estupor

en el oído,

oleaje donde navegan 

islas de la conciencia, 

destellos-

Ultramar. 

Movimientos del muslo y la cadera

una danza.

El mar se extiende

en olas que no rompen.

Movimiento-

la última vocal

reverbera en el oído.

El mar se extiende 

más allá del tiempo 

inamovible. 

Temblor,

eco del movimiento–

calla

y nos habla

en su lengua otra,

parecida a ese incendio de adentro,

juega y se difunde

hasta aquietarse en un rayo vertical.

Omnipresente,

lenguaje del tacto sin manos.

¡Dale sentido a tus sentidos!

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