Reírse de la vida (y del sexo)

18 diciembre, 2016 3 mins de lectura
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Cuando pensamos en sexo, solemos hacerlo de dos maneras: o como un acto pasional y desenfrenado – onda Diarios de una Pasión – o como un hecho romántico y cautivador digno de ser interpretado por Kate Winslet y Leo Dicaprio. Obviamente, cuando llega el momento de que protagonices tu propia escena candente, las cosas no resultan tan perfectas y sublimes como en esas películas que tanto nos inspiraron.

Y entonces, ¡oh frustración! El beso apasionado bajo la lluvia se ve interrumpido porque cayeron en un charco o porque el agua que resbala sobre sus labios sabe a rayos; él intenta cargarla para subirla en sus brazos hasta el cuarto y a mitad de camino se le resbala porque, aceptémoslo, ni él es Ryan Gosling ni ella es Rachel McAdams ni pueden repetir la toma cuantas veces sean necesarias.

¡Y ni qué decir de la escena del auto! La palanca de velocidades se interpone, no caben en el asiento delantero, se pasan al de atrás, se golpean la cabeza contra el toldo, no se pueden desvestir porque el espacio es muy reducido, no encuentran la mejor posición para lograr la penetración… y adiós a la fantasía de dejar la marca temblorosa de la mano en el cristal empañado del carro.

¡Admitámoslo! El sexo no es como en las películas, es imposible que lo sea, y para muchas personas esto significa un gran conflicto. Si tenemos la expectativa de que cada relación erótica que mantengamos debe ser como de película, no sólo nos llevaremos el chasco de nuestra vida, además, no disfrutaremos y nos privaremos de uno de los mayores placeres de la vida: la espontaneidad.

El sexo no debería ser únicamente pasión, amor y orgasmos; también debe ser divertido, espontáneo y, por qué no, hasta gracioso. No hay mayor virtud que saber reírse de uno mismo; así pues, si aprendemos a reír de nuestros “osos” o tropiezos sexuales, no sentiremos frustración, por el contrario, se volverán divertidos testimonios de la complicidad e intimidad de la pareja. Aprendamos a reír, pues ya lo dijo el formidable Charles Chaplin: “a final de cuentas, todo es un chiste”.

“Ríe y el mundo reirá contigo; llora y el mundo, dándote la espalda, te dejará llorar” Charles Chaplin

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