La sexualidad también se siente por dentro

5 junio, 2016 3 mins de lectura
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Más de una vez hemos escuchado que el sexo es sólo sexo, sin embargo, debemos de aceptar que por pequeño que sea, siempre existe un lado emocional detrás de la sexualidad. Nos referimos a que las relaciones sexuales siempre influenciarán emocionalmente a cualquiera.

Si bien es cierto que existe una clara diferencia entre la forma en que las emociones son percibidas por hombres y mujeres, es innegable que para ambos existe un impacto. La sexualidad está presente a lo largo de toda la vida y se interrelaciona con la personalidad expresándose en todo lo que somos. Por su parte, las emociones influyen en la sexualidad porque las emociones condicionan la conducta y esto, sin duda, se refleja en la cama.

La vida sexual es un acto humano de intercambio de emociones, rico en deseos y en sensaciones pero quizá, también con algunos matices (no siempre positivos), de experiencias anteriores. Por ello, es indispensable primeramente reconocer las necesidades sexuales y afectivas y darle espacio a cada una de ellas. Es importante dedicarse por lo menos, diez minutos diarios a tener contactos afectivos sin intenciones eróticas, lo cual llenará de deseo emocional y así disfrutar con mayor énfasis el deseo sexual. Se debe entender que el placer de ambos es importante y que no es necesario que se trate siempre de satisfacer al otro por encima de las propias necesidades.

Es común que las parejas terminen negociando todo en la cama, se premia o se castiga con el sexo y así se convierte la relación íntima en una especie de trofeo, lo cual afecta indudablemente en las emociones propias y del otro. Debemos aprender a manejar todo lo ajeno a la vida sexual fuera de la cama y hacer el amor cuando se tienen deseos genuinos de disfrutarse plenamente.

Lo que hay que tener claro es que el sexo no sustituye las emociones, ni viceversa, el complemento es innegable, pues una relación debe incluir ambos aspectos y satisfacer tanto eróticamente como emocionalmente.

Ser sexualmente inteligentes, no depende de la belleza o las habilidades sexuales que se adquieren con el tiempo, es reconocer si el deseo erótico pretende o no sustituir alguna carencia emocional. La clave está en aprender a conocernos y valorarnos, liberar el miedo y la culpa, ser capaces de aprender de nuestros placeres y descubrir que el sexo es mejor cuando existe mayor apertura y respeto por las emociones que se involucran.

¡Hazte Kinky!

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