Andropausia: una etapa de cambios

29 diciembre, 2016 4 mins de lectura
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Aunque la capacidad reproductiva de un hombre puede desaparecer hasta los 80 años o más, porque siempre producirán espermatozoides, eso no significa que todo sea igual que a los 30. Si bien los hombres no viven ciclos hormonales como nosotras, ni están acostumbrados a tener esos altibajos que toda mujer conoce perfecto desde la pubertad hasta el climaterio, y a veces más allá, todos en algún momento sentirán los efectos de los bajones de testosterona: la hormona reinante en su cuerpo.

Sí, los años pasan y aunque sucede con mayor lentitud que en una mujer, desde los cuarenta y tantos pueden empezar a notar que ya no están rindiendo como antes en temas de cama. Las erecciones ya no son tan firmes, no hay el mismo deseo sexual y el cuerpo cambia: la piel, el cabello, la masa muscular, la fuerza; lo que comúnmente conocemos como envejecimiento.

A todos les sucederá, sí, pero muchos no notarán los verdaderos cambios hasta después de los 60. Lo importante es no dejar pasar los síntomas y esas nuevas situaciones del cuerpo. El estar monitoreado por tu médico siempre te permitirá pasarlo mucho mejor. ¿De qué signos estamos hablando?

Emocionales

Puedes comenzar a sentirte muy irritable o bajoneado, deprimido. Muchas veces relacionamos a la vejez con la pérdida de buen humor “el típico viejo cascarrabias”, y lo que en realidad sucede es la pérdida de producción de testosterona.

O bien, como cada persona es un universo, volverte muy sensible, mucho más ligero y relajado pero tendencioso al llanto.

Insomnio y cansancio

La falta de fuerza física, el cansarte más pronto y, a pesar de ello, cada vez dormir menos por las noches, es súper común en esta etapa. Se dan trastornos del sueño, o sea, durante el día puedes necesitar siestas o quedarte fácilmente dormido pero cuando te metes a la cama por la noche, te quedas como búho.

Erecciones y rendimiento sexual

Lo primero que notarás –según tu salud y hábitos- serán períodos refractarios mucho más largos que cuando eras chavo. O sea, después de eyacular, recobrar la erección no será tan fácil. Un periodo refractario en un adolescente puede ser de segundos, ni siquiera notarlo pero en un hombre de más de 70 puede ser de más de 24 horas.

Aquí la clave es que cuando comiencen las faltas de erección, o la capacidad para mantener la firmeza a pesar de estar excitado y francamente desear tener penetración, debes, repito de-bes comentarlo con tu médico. Porque es un signo irrefutable de que tu sistema circulatorio está trabajando de manera distinta y los niveles de varias sustancias en tu sangre pueden no ser los adecuados. La disfunción eréctil es de hecho un síntoma de diabetes, hipertensión y muchos otros. No se trata nada más de estar listo para el round, sino de tratar cualquier padecimiento que se esté expresando a través de tu pene.

En cuanto al rendimiento, obvio no será lo mismo. Antes podías aventarte dos, tres, cinco rounds, ahora con uno terminarás hecho polvo si no has adecuado tu vida a las nuevas condiciones de tu edad. ¿Qué significa esto?

Plan de ataque

El tiempo que tarde en llegarte la andropausia sí depende bastante de ti. Las mujeres, por más que hagamos, no podremos evitar que nuestro cuerpo un día deje de producir óvulos, aunque sí podemos aminorar y hasta evitarnos los síntomas de la “meno”. Pero los hombres sí que pueden retrasar su “andro” y depende de tu estilo de vida. Si desde chavito comiste pésimo, nunca hiciste ejercicio (que es lo que más fomenta la producción de testosterona; ¿por qué crees que las mujeres que hacen deportes que implican mucha fuerza se masculinizan?), si fumas, te bebes el bar entero y no te monitorea un médico, pues te va a caer la andropausia y muchas otras condiciones a los 50, o antes.

Por el contrario, hay muchos hombres pasados los 70 que viven pocos efectos de la andropausia y que incluso, al menos en la cama, ni la notan; siguen dando guerra, ¡y bien! Por ello es súper importante que tu urólogo o médico de cabecera siempre esté pendiente de tus cambios, para vitaminarte, sugerirte tratamientos, hábitos alimenticios o dietas específicas. Literal, sí está en tus manos y puede ser tan leve como tú desees pasar tu adultez mayor.

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