No quiero tener hijos ¿y qué?

22 junio, 2016 4 mins de lectura
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Cada vez son más las mujeres que deciden conscientemente no tener hijos; la maternidad ha pasado de ser prácticamente una obligación inherente al hecho de ser mujer, a convertirse en una opción más de las muchas que se tienen para realizarse en la vida. En esta época, las mujeres ya se cuestionan con más frecuencia “¿Quiero tener hijos o no? ¿La maternidad se ajusta a mi plan de vida o no?”.

Todo esto suena fabuloso; sin embargo, responderse a estas preguntas no es una cuestión simple; muchos factores, tanto personales como sociales, intervienen y dificultan para muchas la toma de esta decisión. Hay quienes tienen muy claro su deseo de ser madres; pero para aquellas que se debaten entre posibilidades, quizá sea de ayuda un repaso general de los razonamientos y argumentos que prevalecen en nuestra sociedad respecto al tema.

Siglos y siglos de veneración de la maternidad han llevado a la sociedad a identificar a la mujer con la madre como si fueran una misma cosa, como si una mujer no pudiera serlo en su totalidad sino hasta el momento de ser madre. Esto se ha clavado en el inconsciente social de tal manera que muchas mujeres que aseguran no querer hijos, de pronto dudan y comienzan a cuestionarse inevitablemente ¿Y si después me arrepiento? ¿Y si de pronto me brota el instinto materno y ya es demasiado tarde?

Mucho se ha discutido sobre si realmente existe ese “instinto maternal” que, algunas afirman, se adueñará tarde o temprano de la mujer; aunque hay motivos tanto para afirmarlo como para negarlo, lo cierto es que científicamente no se ha podido comprobar que exista, por lo que la mayoría de los psicólogos coinciden en que ese “instinto” que de pronto aflora en una mujer no es sino la presión social y cultural que influye en nosotros, a veces de forma inconsciente, mucho más de lo que imaginamos.

Pero, ¿qué es lo que más pesa en la mujer de esa presión social inconsciente? Para empezar, la noción de familia: nos han inculcado desde pequeños que una familia está compuesta necesariamente por los padres y los hijos, y nos refuerzan este discurso sin cesar en publicidad, televisión y películas. Por lo tanto, desde esta perspectiva, si decides no ser madre te estarías auto condenando a nunca tener una familia, ¿suena fuerte? Así de fuertes son los discursos no dichos que hemos absorbido como por ósmosis desde pequeños.

También nos enfrentamos a la concepción general de lo que es “una verdadera mujer”. Es claro que si una comunidad expresa de mil formas – no siempre explícitas y conscientes – que una mujer cumple su propósito de vida en el momento en que se convierte en madre, el peso que cae sobre aquella que decida no serlo es abrumador: al decidir no tener hijos se estaría sentenciando a no cumplir nunca un propósito en la vida; es comprensible, pues, que esto resulte aterrador.

Sin embargo, a pesar de que esta presión llegue a ser abrumadora, cada día más mujeres se sobreponen a ella y deciden que sin hijos se sienten plenas y satisfechas, que no necesitan descendencia para trascender como personas y que la maternidad no es una obligación, es una decisión de vida tan relevante que no puede tomarse a la ligera ni fundarse en exigencias externas.

Al final, cualquiera que sea tu decisión respecto a la maternidad, si ésta fue tomada de forma reflexiva, con plena consciencia y sin presiones, respétala y vive al máximo en función de ella; ello no significa que no podamos confundirnos pero, créelo, nos equivocamos menos cuando seguimos nuestros instintos y nuestros deseos profundos, que cuando actuamos en función de los deseos de otros.

¡Atrévete a decidir y hazte Kinky!