El ombligo: la zona erógena Kinky que debes explorar

28 febrero, 2019 4 mins de lectura
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Normalmente, cuando piensas en las zonas erógenas de tu chica, piensas en los senos, las nalgas, quizá el cuello y, por supuesto, la vulva; pero ¿qué crees? Hay muchas zonas erógenas más y el día de hoy te queremos hablar de una zona poco explorada pero que, si sabes estimularla, te puede traer grandes recompensas con tu pareja: hablamos del ombligo; así es, apostamos que no te lo esperabas pero confía en nosotros. 

Lo primero que hay que entender es que, por obvias razones, nuestra concepción de erotismo es una concepción totalmente occidental y en occidente se han encargado de sexualizar solo las zonas de las que te hablamos arriba, sobre todo los senos y el área genital; pero resulta que existen otras tradiciones eróticas que, aunque no son tan conocidas, deberían serlo, pues aportan otro nivel de consciencia de los sentidos.

¿Por qué el ombligo sí es una zona erógena?

Por ejemplo, según el Tantra (una filosofía y práctica oriental), para llegar a la más alta experiencia sexual, se requiere una unión de mente, cuerpo y alma; y según esta tradición, justamente el ombligo los une a todos perfectamente: tanto física como espiritualmente se considera el centro del cuerpo; no es de extrañar entonces, que realmente lo consideren un punto importante a estimular durante las relaciones.

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En términos físicos, el ombligo tiene una gran cantidad de terminaciones nerviosas, pero deben ser estimuladas con sutileza para que resulte en una sensación erótica. Y hablando espiritualmente, el ombligo es, en estas tradiciones orientales, la fuente de “energía de la vida”; además, en el caso particular de la mujer, es un indicador de su fertilidad y también un punto de estimulación para mejorar la fertilidad.

El mismo Kamasutra, erróneamente conocido solo como un libro de posiciones, menciona al ombligo como la zona erógena más importante para alcanzar el éxtasis sexual. Considera que la sexualidad es de naturaleza líquida y, por lo tanto, ofrece una teoría del desplazamiento de las zonas erógenas de acuerdo con el movimiento de la luna; según esto, cuando la luna es menguante, el ombligo es la zona erógena por excelencia. 

¿Cómo estimular el ombligo eróticamente?

Pero ya estuvo bueno de teoría ¿no? Seguro te estás preguntando cómo debes estimularlo para que sea efectivo: bien, no es nada difícil, pero la clave está en la sutileza del roce. No conseguirás nada (más que miradas extrañísimas de tu pareja) si lo sobas súper fuerte -como algunos hacen tristemente con el clítoris- como si estuvieras tallando ropa, o si lo masajeas con mucha fuerza.

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Podría parecer que está de más decirlo, pero tampoco la vas excitar si “juegas” con él tapándolo y destapándolo o haciendo trompetillas; eso sería lo más antierótico que podrías hacer, o sea, esperamos que ni se te haya ocurrido. ¿Qué tienes que hacer entonces? Acariciarlo suavemente solo con las yemas de tus dedos o con la punta de tu lengua, en movimientos circulares y alternando con pequeños besos o con roces de la punta de tu nariz.

Recuerda que el tema de las zonas erógenas es sumamente complejo, ya que, si nos ponemos estrictos, absolutamente cada centímetro de piel es potencialmente una zona erógena, solo depende de la intención del roce, de la conexión emocional-espiritual con la persona y de la química sexual que exista; si se cumplen estas condiciones, una mirada o una palabra pueden ser detonantes eróticos increíbles; así que no te limites a lo conocido y anímate a explorar otras posibilidades.

¡Atrévete!

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