¿Cómo saber si ella está fingiendo?

28 enero, 2017 5 mins de lectura
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Sí, todos podemos fingir un orgasmo, tal vez tú también lo hayas hecho. El que seas hombre no es impedimento; muchos montan todo el teatro: se contraen, exhalan y gimen con tal fuerza que una puede jurar que han alcanzado el Nirvana. Claro, muchas piensan que la eyaculación es ‘la prueba’ de que hubo orgasmo, en especial porque la mayoría de los hombres tiene orgasmos eyaculatorios, -es decir, pocos saben orgasmar sin eyacular (inyacular)-; pero son dos procesos fisiológicos independientes aunque es común que los tengan empalmados.

Para ellas no es fácil detectarlo; sólo si ella se da cuenta de que ‘mágicamente’ el condón sigue limpio o te conoce tan a fondo que no percibió tus contracciones perianales o incluso el movimiento característico de tu pene cuando surge la expulsión, no la tendrá tan fácil. Aunque –seamos realistas- tampoco es tan simple, salvo que una sea la detective del semen perdido y se ponga a escudriñar escurrimientos en su vagina. ¡Nah! También ustedes ya cansados o apurados por terminar el round pueden crear el tremendo circo.

Pero hablando del orgasmo femenino, todavía se vuelve más complejo. Porque saber, a ciencia cierta saber, no puedes. Digamos que si una mujer se arquea, gime, contrae sus músculos pubococcígeos – o sea el interior de su vagina – presionando tu pene de manera rítmica (porque ya ha tenido orgasmos antes y conoce perfecto cómo actúa o reacciona su cuerpo), se agita y por lo tanto se enrojecen sus mejillas, no vas a poder detectarlo.

El asunto esencial aquí es: ¿por qué le damos tanta importancia? Por desgracia le damos demasiado valor al orgasmo, como si fuera garantía de que eres buen amante y de que el encuentro fue disfrutado al 100%. Y algo en nosotros – hombres o mujeres – se sentiría herido de saber que somos incapaces de provocar uno. Por ahí empezaremos.

El clímax o la eyaculación de tu pareja no es tu responsabilidad

Sábetelo ya. No es cosa tuya. En el caso de las mujeres, la falta de orgasmo, en un alto porcentaje, no se debe a que su pareja no sepa cómo ‘hacerla llegar’, sino a que ella no se conoce porque no se autoerotiza de manera frecuente y no comparte con su pareja esos mapas, ¡porque no los ha descubierto! Aunque también, si él, cada que ella le propone o sugiere ser tocada de cierta forma, se pone en guardia o se vulnera al grado que casi se puede ver su ego y su corazón rotos en mil pedazos, ese canal de ida y vuelta de expresión sexual no se dará.

El desconocimiento del propio cuerpo y el de la pareja es la verdadera causa de que una persona no esté alcanzando el orgasmo. Y claro, también contribuye el seguir conservando mitos como que la penetración es la manera de hacer que una mujer –a base de embates ridículamente rápidos y furiosos- ‘se venga’. No, no va a suceder; no si de manera directa o indirecta no estimulas su clítoris: su órgano sexual. No olvides que la vagina es su órgano reproductor.

Pero, al final, no es tu responsabilidad ni tu medidor de valor como amante. Si tu pareja no se abre a conocerse, explorarse y expresarse, no puedes tener un manual bajo el brazo. Habrá trucos, estrategias y juegos que ya te han funcionado con otras parejas; sí, todos tenemos nuestro repertorio y es maravilloso enriquecer nuestros top sex moves, pero no puedes ordenar que su cerebro trabaje como tú deseas.

Al final, no hay una fórmula. Podrías ponerte a checar si su vagina está plena de lubricación pero ni así es garantía, porque esa humedad pudo ser parte de su respuesta de excitación. No te obsesiones con ello. En el caso de la eyaculación femenina, vamos a lo mismo: hay mujeres que fingen la eyaculación, orinando. Es decir, conscientemente orinan y fingen que lanzan un squirt. ¿Quién puede comprobar que no están squirteando? ¿Qué? ¿Te pondrás a hacer pruebas de laboratorio para saber si esa orina contiene o no antígeno prostático (la sustancia particular de la eyaculación tanto femenina como masculina)? Imposible.

¿Y si siempre ha fingido?

Si crees que ella siempre finge y que tal vez –no contigo- sino nunca ha experimentado un orgasmo, es momento de platicarlo. Una mujer que ha tenido un orgasmo lo sabe, ninguna sensación se equipara; es algo tan claro y obvio que si tiene dudas, es que no lo ha tenido. Si te dice ‘creo que sí’ entonces no lo conoce todavía.

Lo importante es que tú no te cargues la angustia de hacer que llegue porque llegue, como si fuera tu reto personal. Puedes estar ahí para ella, para conectar y escuchar, para abrirte a lo que ella ha descubierto de su cuerpo a solas, pero no puedes decidir qué debe gustarle y cómo debe gustarle. Nadie puede ‘moldear’ los mapas de reflejos eróticos ni el expresiograma de otro. Porque ese no depende de ti, se fue creando a lo largo de su vida en momentos en que su cerebro definió el erotismo a partir de imágenes y experiencias incluso sin que lo advirtiera; no es un proceso consciente. Así que no está bajo tu control. Es un trabajo de tu pareja y tú sólo estarás ahí para potenciar y explorar a su lado.

¡Felices orgasmos… reales!

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