Todo sobre los sueños húmedos y los sueños eróticos

10 junio, 2017 4 mins de lectura
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A diferencia de las fantasías sexuales, los sueños eróticos son un mundo absolutamente incontrolable. Las primeras, a pesar de que pueden contener ingredientes insospechados que se imprimieron en nuestros cables, incluso, de acuerdo con el sexólogo John Money, desde la infancia; ciertas imágenes, personalidades o elementos que nos parecieron atractivos o deseables se convirtieron en objetos de deseo. Sin embargo, en el caso de las fantasías hay cierta construcción y, por lo tanto, control; lo hacemos en plena vigilia y con consciencia: podemos insertar situaciones, complejidades, escenarios, personas y crear. Literalmente es un momento de amplia creatividad en pro del placer y/o la excitación. 

Pero, por su lado, los sueños húmedos; o sea aquellas ensoñaciones que promueven excitación y que nos pueden llevar hasta al orgasmo tanto a hombres como mujeres, sencillamente surgen y pueden tener innumerables interpretaciones. 

Y, del mismo modo, le han llamado sueños húmedos también a las eyaculaciones nocturnas, que no son más que simples descargas de semen; digamos de un excedente cuando han pasado lapsos largos sin que hayas eyaculado y que son, además, muy frecuentes en la adolescencia porque los órganos sexuales internos están en plena maduración. 

O sea, hay eyaculaciones nocturnas en las que probablemente no hubo siquiera una imagen o ensoñación con ingredientes eróticos ni –por lo tanto- presencia de excitación y, del mismo modo puede haber sueños eróticos plenos donde se llega a una meseta y una sensación plenísima de placer pero, no hay como tal, una emisión de semen; sólo un despertar con una sensación o recuerdo de ese momento en nuestro cerebro cargado de elementos sexuales. Mientras que, en una eyaculación nocturna, sencillamente despiertas y hay semen en tu pijama y sábanas; el típico momento incómodo cuando eras adolescente y tenías que esconder las sábanas o echarlas a la lavadora antes de que tu madre las viera.

Sueños húmedos

Y justo ese punto es súper interesante. ¿Por qué habría de generar culpa? Claro, porque todo lo tintado de ‘sexo’ o placer sexual se ha rodeado de ‘suciedad’, de inadecuación. Porque nos han aleccionado a que sentir deseo nos aleja de la virtud o de ‘lo bueno’. De hecho, a esas emisiones nocturnas también se les llama –hasta el día de hoy- de manera peyorativa como ‘poluciones nocturnas’. La misma palabra tiene el contexto de algo contaminado, no limpio y por lo tanto nada dignificante. 

El cuerpo requiere de este proceso, repito, especialmente en la pubertad cuando se comienza a dar la espermatogénisis y toda la maquinaria interna comienza a trabajar para crear millones de espermatozoides al día y su impulso para salir disparados. Nadie puede controlar dichas escapadas de semen por las noches, es parte del desarrollo. Y ya en la adultez, una manera de expulsar de manera natural lo que no se ha eyaculado de manera, digamos, intencional. 

Mitos

Ahora, que aquí pueden caber varios mitos: hay que tener en cuenta que el hecho de que haya o no presencia de un sueño erótico que acompañe a dicha eyaculación no le da ninguna calidad distinta o digna de juicio. En ningún caso debe acompañar vergüenza o culpa. Eliminemos esa falsa concepción. 

Y, el otro mito puede alimentar la creencia de que para evitar ese excedente o acumulación que se expulsa, un hombre necesita masturbarse o tener sexo a diario. Falso. Cada cuerpo se comporta de manera distinta, hay hombres que reportan meses sin masturbarse ni tener contacto sexual y no por ello experimentan eyaculaciones nocturnas. Sin embargo, son datos poco certeros, porque es complejo encontrar una muestra grande de hombres que dejen mucho tiempo ‘descansar la mano’. Y de eso platicaremos la semana que entra, así que no te pierdas nuestro artículo de masturbación. 

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