Microrrelatos eróticos V

24 junio, 2021 3 mins de lectura
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No te pierdas nuestra última entrega de microrrelatos eróticos Kinky.

¡Que me juzguen!, de M. Gautier

Me resultó imposible no sucumbir al deseo inspirado por aquella venus esbelta que dejaba caer el peso de sus nalgas sobre mi cintura. Lo intenté. Juro que intenté no naufragar entre sus senos fulgurantes de saliva y vida. Fue inevitable: el «rigor orgasmis» del último impulso me hizo levitar sobre las sábanas, convenciéndome absoluta y terminantemente de que el sexo entre mujeres no podía ser pecado. ¡Que me juzguen! Que me juzgue Dios, los poetas, los lectores o los votantes del partido más conservador. Que me juzguen, que yo esperaré paciente mi condena al infierno, donde beberé vino bacán derramado del ombligo de mi Venus.

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Volúmenes perfectos, de Palíndromo

Percibe que la gente puede notar su incipiente excitación; las miradas se posan en sus pechos enardecidos y el rozar de sus muslos crea una sinfonía de evidentes humedades. Imagina su tacto desnudo y se despierta en ella un hambre incontrolable. Sabe que devorará la orografía de sus ángulos y que le atrapará como si fuera un planeta de órbita perdida, guiándose por la inercia de su universo. Se introducirá un dedo en la boca para que sirva de pincel sobre su piel y beberá de él hasta saciarse. Se escucharán sonidos que nacerán como géiseres y vértigos que las palabras no sabrán dibujar.

Ya queda poco, apenas unos metros, y podrá introducir la llave en la puerta de su cueva particular. Allí se dejará caer sobre el sofá cama, rasgará con delicadeza el frágil vestido de plástico que le protege y se empapará de su virgen fragancia. Cuando por fin abra las páginas, ella será la protagonista de todas y cada una de las escenas que desee. Y a solas los dos, su libro y ella, estarán a la deriva en un mar imaginado que los engullirá hasta un paroxismo de profundo placer.

Oxímoron, de Alliet Vallés

Anoche soñé que hacía el amor conmigo misma. Fantaseaba que me besaba y acariciaba mis pechos dentro del sostén. Tuve dos orgasmos, el primero fue un placer espantoso, el segundo una dulzura horrenda.

¡Dale sentido a tus sentidos!

No dejes de leer la entrega anterior: Microrrelatos eróticos IV