El delicioso erotismo de Carlos Salem

31 marzo, 2021 2 mins de lectura
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Gaia

Te veo dormir 

en mi/nuestra cama

(se es propietario de aquello que se riega

y nosotros la regamos puntualmente).

En pleno día duermes

como si fuera de noche.

Las piernas abiertas 

como una niña cansada de jugar

que al despertar querrá seguir jugando.

Duermes en paz.

A salvo.

Sabes que estoy aquí

pobre muralla de manos y deseos

pobre

pero inexpugnable

para que tu sueño sea seguro

y los monstruos de la supuesta realidad

no se atrevan con nosotros.

Duermes como la primera madre y la última hija

con la femenina placidez de los océanos

con tacto de nube y todos los fuegos

dispuestos a encenderse.

Duermes como la vida

cuando la vida está satisfecha.

Duermes aquí

con el peso excesivo de mi pierna como manta.

Oigo tus ríos

tus cataratas de besos

tus risas como tornados

tus vendavales.

Tengo en la boca

la sal que solo florece en tus orillas.

Duermes y rotas sobre tu propio eje

que a veces soy yo

y a veces es la esférica voluntad de tus caderas.

Cuando te veo dormir en paz

en nuestra cama

sospecho

que más que amar a una mujer

amo a un planeta.

Tus miedos

Toco tus miedos

los acaricio apenas

no les doy de comer

ni los mato de sed.

Tus  miedos son bienvenidos

porque vienen contigo.

Beso tus miedos

los devoro entre tus piernas

les escribo un poema

para que no se duerman

y los veo jugar

a olvidarse de asustar.

Trae contigo tus miedos

no los dejes afuera

que compartan el vino y el deseo

que me vean cuidarte dormida

o cantarte al oído

el bolero dichoso

de un amor prohibido.

No te asustes

amor

pero también

me he enamorado de tus miedos.

¡Dale sentido a tus sentidos!

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