El baño, de Concepción Bertone

6 enero, 2021 2 mins de lectura
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El baño de Concepción Bertone 

Lo bañamos juntas. Adjuntadas

diría él

asociando la limpidez

y las manos. Lo bañamos

o él se dejó caer

en la caricia tibia del jabón. En la piel

replegada en los pliegues del cuerpo

peso muerto del amor. En lo infuso

de la infusión de una gracia 

de agua lustral. La falacia

de un Jordán lustratio. Lustración

que purifica ¿qué? Nada

más la delicia

finalmente hallada

en las antes obligadas Furias del aseo:

esa pavada social. ¿A qué olemos si

no olemos a nosotros? Hubiese dicho

pero no dijo

nada y se dejó

caer en el ligero vaho del vapor de las antes

acerbas Sierpes de esa fuente

que ya no fueron más. Entonces,

él paladeó el instante. Esa

ablución sumida del Instante

en la pleura

de una cavidad límpida

de porcelana

en la bañadera. Blanca

la toalla

enjugó su dicha, el placer

empero

en el antes reniego del placer. Zulema

le cortó las uñas de los pies. Recuerdo

su cuerpo sumergido

en el recuerdo amoroso del agua

y sus palabras: “Nunca me sentí

tan bien, quisiera dormir

mucho tiempo…”

Después, acostado

en el cuerpo perfumado

se ensoñó. Se fue

durmiendo en el cuerpo

de un sueño pernoctado

y limpio de otra noche. Aseado

de otro día. El instante

“en que brilla y muere

en una flor rápida… (momento fulminante)

(resplandor fulgurante)

sobre alguna transparencia de éter”

la presencia. Todo

aquello que cuando cesa

se presenta. Brilla

para extinguirse y

más se vive

para extinguirse. Y no.

¡Dale sentido a tus sentidos!

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