Al acostarse, de John Donne

24 septiembre, 2020 2 mins de lectura
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ELEGÍA XIX: AL ACOSTARSE

(fragmento) de John Donne

Ven, ven, señora, mi fuerza se opone al descanso,

me esfuerzo intensamente hasta esforzarme.

El enemigo a menudo, teniendo

el enemigo a la vista, se cansa

de no luchar. Descíñete la faja,

resplandeciente como las esferas

celestes, pero puesta en torno

de un mundo más hermoso. Desabrocha

el peto rutilante que te pones

para que allí se detengan los ojos

de los ineptos. Desanúdate,

suelta los lazos que te atan, esas campanadas

me dicen con tonos armónicos: llegó la hora

de ir a acostarse. Sácate el corsé,

que me da envidia, por estar inmóvil

tan cerca tuyo. Revelan tus ropas

al ir cayendo un terreno hermosísimo,

como cuando las sombras se retiran

de una pradera en flor. Arroja lejos

esa guirnalda que te cubre y deja

tan sólo en tu cabeza la guirnalda

del pelo que sobre ella crece. Arroja

lejos también tus zapatos, penetra

así sin miedo en el templo sagrado

de nuestro amor, en esta blanda cama.

Permite entonces,

para que yo conozca, que aparezca

tu cuerpo libremente, como ante

una partera: despójate entonces

de todo el blanco lino que te cubre:

pues no hay aquí penitencia ninguna, inocencia

ninguna. Me desnudo yo primero

para enseñarte: qué falta te hace

entonces más cobertura que un hombre.

¡Dale sentido a tus sentidos!

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