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Cristóbal Zapata y la sensualidad lúdica

Por: Redacción Kinky

Te presentamos dos poemas de este genial ecuatoriano; en ambos se aborda la sensualidad y el erotismo desde la perspectiva del juego.

Cristóbal Zapata y la sensualidad lúdica
Te presentamos dos poemas de este genial ecuatoriano; en ambos se aborda la sensualidad y el erotismo desde la perspectiva del juego.

Courbet

En una orilla del Sena

ellas aguardan ansiosas

la caravana feroz de los adolescentes.

Mientras tanto

ejercitan un cotilleo obsceno:

piensan en falos como faros

como peces, como espadas.

La brisa que se cuela

entre sus faldas

eriza las piernas, su vello dorado

hasta depositarse en sus oquedades

como brasa, como agua.

¿Llegarán los mejor dotados?

¿Vendrán erectos, cuerpos de brindis?

Vale guardar discreción en la espera, se dicen.

Pero ¿cómo esconder la voluntad,

la piel, su intención?

Apostadas a la sombra de la arboleda

jamás podrán ocultar

(en la fatiga y el sopor del estío)

la impaciencia que prevé

el arribo de la caravana.

Por ellas lo hará Courbet

que bamboleándose entre los árboles

no ha dejado de observarlas.

LAS MUCHACHAS DE H.H

(o Balada de las damas de antaño)

Qué se hizo Alana Soares

la muchacha de punzantes senos,

estudiante de ciencias políticas.

Dónde está Susy Scott

la bronceada rubia de Boston,

aquella que con tanta gracia sabía

correr su prenda.

Qué fue de Cristina Ferguson

la hermosa colegiala de Liverpool,

quien “eventualmente” pensaba

“tener varios hijos y ser una buena madre”.

Díganme dónde se halla Tracy Vaccaro

la de piernas lisas y largas

–columnas jónicas coronadas de acanto.

Qué se hizo Carina Persson

la niña mimada de Estocolmo,

tan holgada de carnes.

Qué fin tuvo Penny Becker

a quien le gustaban la cerezas

el champagne y la luna llena,

la que albergaba entre sus fantasías secretas

“convertirse en una vagabunda profesional

y recorrer por todo el mundo”.

Qué se hicieron todas ellas,

las grandes agasajas en el invierno del 84,

las reinas de aquel Holiday House Party

que el abnegado Hugh Hefner ofreció

–como cada diciembre–

en el trigésimo aniversario de la empresa,

las que mi padre se llevó

(despegándolas de la pared de su estudio

con la misma acuidad que puso en adherirlas)

el día en que se fue de casa.

Dónde, en qué país,

en qué ciudad del cielo o de la tierra

encontrar a las adoradas playmates de mi padre,

aquellas que hicieron dichosa mi infancia

las que quisimos tanto.

¡Dale sentido a tus sentidos!

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