Balánida de Paul Verlaine

11 septiembre, 2019 2 mins de lectura
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I

Es un corazón pequeño,

la punta al aire:

símbolo orgulloso y dulce

del corazón más tierno.

Lágrimas derrama

corrosivas como brasas

en prolongados adioses

de flores blancas.

(…)

II

Glande, punto supremo

del ser

del amado.

Con temor, con alegría

reciba tu acometida

mi trasero perforado

por tu macizo instrumento

que se inflama victorioso

de sus hechos y proezas

y entre redondeces se hunde

con sus ímpetus alevosos.

Nodrizo de mis entrañas,

fuente segura

donde mi boca se abreva,

glande, mi golosina o bien

sin falsos pudores,

glande delicioso ven

revestido

de cálido satín violeta

que mi mano se enjaeza

con un súbito penacho

de ópalo y leche.

Es sólo para una paja

apresurada que hoy te invoco.

Pero, ¿qué pasa? ¿Tu ardor se impacienta?

¡Oh, flojo de mí!

A tu capricho, regla única

respondo

por la boca o por el culo,

ambos listos y ensillados

y a tu disposición

maestro invicto.

Después, néctar y pócima

de mi alma, ¡oh glande!,

vuelve a tu prepucio, lento

como un dios a su nube.

Mi homenaje te acompaña

fiel y galante.

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