Cantos a la desnudez, de Hernán Darío Blair

27 febrero, 2019 2 mins de lectura
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PRIMER CANTO A LA DESNUDEZ

La desnudez es bella en el recogimiento

en la posesión de sí.

El ejercicio es quitarse una prenda y una atadura.

Terminar desnudo

libre

volátil

sin posesiones.

Concluir en la inconmensurable presencia

de sí mismo en sí mismo

a todo lo largo ancho y profundo de sí mismo.

Una vez desnudo

vocalizar el lenguaje de la piel

traducir lo que dice una célula a la otra

caminar y percibir el movimiento de los dedos

verificar la exactitud del mecanismo de la vida

saborear la perfección del cuerpo

“hacerle verso al universo”.

El ejercicio es éste:

desnudarse y ser.

SEGUNDO CANTO A LA DESNUDEZ

La desnudez es más bella aún

en la presencia de quien la admira y la perfecciona.

Quien con su mirada no la enturbia

ni la destruye con su violencia.

El ejercicio es desnudarse frente al otro

y desatar todos los lazos de apariencia,

comunicarse sin palabras

-introducciones ni epílogos-

envolverse en un lenguaje de signos

abrirse a lo íntimo

acercarse a lo sagrado

encontrar la verdad de la presencia sin máscaras

ofrendar carne y alma palpitantes.

El ejercicio es éste:

desnudarse frente a otro y ser

en la presencia del otro,

ser con el otro.

TERCER CANTO A LA DESNUDEZ

La desnudez es todavía más bella

en la presencia del amado,

cuando en el acto sublime del amor

se humedecen

-simultáneamente-

los sexos y los ojos.

¡Toca, siente, provoca!

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