Un poema erótico de Nicolás Guillén

13 junio, 2018 1 min de lectura
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Piedra de horno,

de Nicolás Guillén

La tarde abandonada gime deshecha en lluvia.

Del cielo caen recuerdos y entran por la ventana.

Duros suspiros rotos, quimeras lastimadas.

Lentamente va viniendo tu cuerpo.

Llegan tus manos en su órbita

de aguardiente de caña;

tus pies de lento azúcar quemados por la danza,

y tus muslos, tenazas del espasmo,

y tu boca, sustancia

comestible y tu cintura

de abierto caramelo.

Llegan tus brazos de oro, tus dientes sanguinarios;

de pronto entran tus ojos traicionados;

tu piel tendida, preparada

para la siesta:

tu olor a selva repentina; tu garganta

gritando –no sé, me lo imagino-, gimiendo

-no sé, me lo figuro-, quemándose- no sé, supongo, creo;

tu garganta profunda

retorciendo palabras prohibidas.

Un río de promesas

desciende de tu pelo,

se demora en tus senos,

cuaja al fin en un charco de melaza en tu vientre,

viola tu carne firme de nocturno secreto.

Carbón ardiente y piedra de horno

en esta tarde fría de lluvia y de silencio.

¡Dale sentido a tus sentidos!

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